lunes, 19 de abril de 2010

Un texto de Michael Ende sobre las tortugas

“La mitología universal está literalmente cuajada de tortugas. El Noé de los indios norteamericanos, por ejemplo, no se salva del Diluvio en un arca, como el Noé bíblico, sino, junto con su familia, sobre el dorso de una gigantesca tortuga acuática. En el mito indio, el mundo está situado sobre el caparazón de una tortuga cósmica. Si se abre el I-Ching (el Libro de las trasformaciones chino), se encontrará que los sesenta y cuatro hexagramas primigenios, de los que se dice que proceden todos los signos de la escritura, fueron sacados por un sabio prehistórico de los dibujos que se forman en las distintas placas de un caparazón de tortuga (quien haya leido Momo quizá recuerde aquí la manera de comunicarse de Casiopea). Los ejemplos se podrían multiplicar casi a voluntad.

Lo que a mí, personalmente, me resulta tan simpático en las tortugas (hablo aquí de la tortuga terrestre mediterranea) es lo siguiente:

1. Su perfecta inutilidad. Las tortugas no tienen amigos ni enemigos en la naturaleza (excepto el hombre, por supuesto, que se ha convertido en el más peligroso enemigo de toda criatura, pero que no es un enemigo natural). No son útiles a nadie y no hacen daño a nadie. Simplemente, existen. En una visión de la vida como la actual, en la que todo lo que hay en la naturaleza se explica desde un punto de vista utilitario, esto me parece un hecho notable y consolador.

2. Su falta de necesidades. Las tortugas pueden vivir de casi nada. Un par de hojitas diarias, asi se mantienen semanas y meses.

3. Su edad. No me refiero sólo a que puedan vivir, cada una de por sí, mucho tiempo, sino a la edad de la especie. Ya existía esta cuando el hombre flotaba en la sopa primigenia y seguramente seguirá existiendo cuando nosotros estemos ya muchísimo tiempo fuera del juego.

4.Su rostro. ¿Han mirado ustedes alguna vez directamente a la cara a una tortuga? Sonríe. Parece saber algo que nosotros no sabemos.

5. Su forma. Éste es el punto más dificil de explicar por ser ajeno a la mentalidad de hoy: si se contempla una tortuga, no anatómica, sino simbólicamente, o sea, si se tiene en cuenta lo que expresa su figura, entonces lo que se tiene delante es un cráneo ambulante de materia córnea. El cráneo juega también un papel importante en los mitos universales. En el Edda, la bóveda estrellada del firmamento se formó del cráneo del primitivo gigante de los hielos. En el cráneo se encuentra la fontanela, una pequeña abertura en la parte superior, que en el recién nacido sigue abierta por muy breve tiempo y luego se va cerrando poco a poco. Eso es que el cuerpo físico -así lo cuentan algunas fuentes del viejo saber- recuerda un tiempo primitivo en que esa fontanela del hombre quedaba abierta toda la vida. En ese lugar había un organo (todavía se puede observar hoy su curiosa configuración, en forma de peinado, en todas las estatuas de Buda) con el que el hombre, en una especie de sueño, era capaz de tener percepción más allá del mundo espacial y temporal, o sea, más allá de la bóveda celeste. Los indios lo llaman “la flor de loto de mil hojas” . Puede incluso que nuestras coronas reales sean una imitación – ya inconsciente- de ese órgano.

En las tortugas, el caparazón está cerrado. El yo pensante está solo consigo mismo y se vuelve consciente de sí mismo. Con otras palabras : ” Lleva dentro de sí su propio y pequeño tiempo”.

Lo que me parece más fascinante es la primera parte... La importancia de las tortugas en la mitología universal. Obviamente le faltan muchas cosas, pero refleja con bastante exactitud la importancia de estos seres.

1 comentario:

  1. Tengo muchas similitudes con las tortugas y no me había dado cuenta .¡¡Gracias¡¡ por tu información

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